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La verdadera inmoralidad

Alicia del Amor, primera teniente de alcalde, se reduce el sueldo bruto anual en 4.600€, pasando de 41.000€ a 36.400€ anuales. Lo hace, como manifiesta en sus redes sociales, «por elección propia» ya que sus «responsabilidades» actuales «no son las mismas de un alcalde», si bien su «implicación y trabajo» seguirá «siendo la misma».

«Moralmente no puedo admitir cobrar igual que la máxima autoridad de Cehegín cuando yo lo he dejado de ser», extrae como única cita el Partido Popular de Cehegín en la publicación realizada hace unos días. Un planteamiento moralista que genera más preguntas que respuestas. A ver si se animan y nos las contestan.

¿Es el alcalde de Cehegín inmoral para Alicia del Amor? Y si lo es, ¿ser su teniente de alcalde la convierte en inmoral a ella? O bueno, quizás Jerónimo Moya tenga una moralidad distinta pero respetable, máxime cuanto él es ahora la máxima autoridad del municipio. Pero entonces, ¿por qué consintió esa inmoralidad dentro de su gobierno?

Y si vamos más allá de las cuestiones de pareja, ¿Es moral que los propios representantes locales se regulen sus sueldos a voluntad sin ni siquiera especificar en sus programas qué piensan cobrar si acceden al poder? ¿Es moral que los ciudadanos, sus empleadores y pagadores, no tengamos más herramienta con que controlar esta relación profesional que elegir cada cuatro años a qué difusas promesas encomendarnos?

No es cuestión de cuánto. No es cuestión de por qué. La cuestión es quién decide. Ahí está la verdadera inmoralidad. Siempre lo ha estado.