Ojalá solo fueran 6.000 pesetas de whisky. Pero no, son más de 150.000 € de facturas de fiestas sin pagar, comprometidos a sabiendas de que la partida de festejos estaba agotada.

Y si le sumamos los 385.000 € en contratos publicados y los más de 60.000 € comprometidos en personal de eventos, el gasto en fiestas en 2024 superó los 600.000 €. Casi ná.

Pero y tú más. Que sí, que todos han dejado facturas de fiestas en los cajones. Todos han pecado. Pero para arreglar el pastel hace falta algo más que pecar menos. Hace falta ser ejemplar.

14.000 € de arroz mientras pedían 1€ de donativo para la Virgen. 17.000 € de actuaciones, 25.000 € de piromusicales, 3.600 € para un fotógrafo, a 500 € el día. Todo sin perras pa pagar.

Votamos en contra de este tipo de facturas asociadas a gasto no básico. Sin contrato, sin cumplir el presupuesto y sabiendo que no podrían pagar hasta 2025… ¡y si la oposición tragaba!

En el resto, asociadas a servicios básicos y suministros, nos abstuvimos. No por ingenuidad, sino por pragmatismo. Porque ni moción de censura ni ganas de afrontar la realidad.

Y la culpa por acción es del PP. Ellos son los que solicitaron servicios sin contrato ni dinero. Los que decidieron gastar en tonterías dejando servicios básicos sin atender y suministros sin pagar.

Y los proveedores tienen derecho a cobrar. ¿Pero quién tiene que pagar? ¿Todos los vecinos o quienes hicieron el encargo? ¡Qué fácil es quedar bien cuando pagan los demás!

Pero la culpa por omisión es del PSOE y X Cehegín. No por hacer lo mismo en el pasado, que lo hicieron, sino por no poner fin a aquello que denuncian. Porque si no mando yo lo mismo me da.

120 veces votaron que no. Que no a las facturas de cosas básicas presentadas en 2025. Que no a la luz o el consorcio de residuos, a sabiendas de los miles de euros de intereses que habrá que pagar.

Y no pagará el PP. Pagarán los proveedores. Pagarán los vecinos. Pagarás tú. Pagará un pueblo que tiene lo que merece por consentir que, con los unos o los otros, todo siga igual.

Porque responsables somos todos. Y o todos exigimos cambios o las cosas no cambiarán.